The Swimmers: el viaje de Yusra Mardini desde un barco de refugiados hasta los Juegos Olímpicos

La mayoría de la gente no tiene sus vidas dramatizadas en una película. La mayoría de la gente no ha hecho un viaje inconcebible desde un país devastado por la guerra como Siria hasta Berlín, navegando en un pequeño bote a través de un mar embravecido. Y luego, pasar tres horas llevándolo a un lugar seguro después de que el motor se apagara a mitad de camino. Pero la mayoría de la gente no es Yusra Mardini. El día antes de nuestra entrevista, la joven de 24 años caminó por la alfombra roja en Londres donde presentó The Swimmers, un drama conmovedor que detalla el angustioso viaje de Mardini y su hermana Sara desde Damasco a Europa en 2015, y luego a las Olimpiadas de 2016 en Río, donde Mardini nadó para el Equipo Olímpico de Refugiados. 

Cuando era niña, a Mardini no le gustaba mucho el agua, lo cual era bastante irónico, teniendo en cuenta que provenía de una familia de nadadores. Su padre (y entrenador de natación), Ezzat, la presionó para que practicara el deporte desde muy joven. «Me quejaba del agua fría o lloraba porque no quería nadar. Pero poco a poco», recuerda con una sonrisa, «me empezó a gustar cada vez más y me fui volviendo más competitiva». A los nueve años, comenzó a tomarse el deporte en serio, estudió la técnica de Michael Phelps y pronto se convirtió en una atleta consumada por derecho propio, compitiendo por todo el mundo.

Luego, en 2011, la guerra golpeó su hogar en Siria, un conflicto que le ha costado la vida a más de 300 000 civiles y ha obligado a más de 13,5 millones de sirios a abandonar sus hogares. Lo más importante para su familia, dice Mardini, era «intentar volver a sentirse normal», mientras se mudaban de apartamento en apartamento después de que su casa en Damasco fuera destruida. 

El terror de la guerra llevó a Mardini a los 17 años, junto con su hermana Sara y sus dos primos, a emprender el peligroso viaje a Alemania, dejando atrás a sus padres. Para explicar el razonamiento que la llevó a tomar esta decisión, Mardini dice que preferían «arriesgarlo todo una vez más, que seguir arriesgándolo todo todos los días sin saber qué sucedería al día siguiente».

Su arriesgada travesía se realizó a través del mar Egeo desde Turquía a Grecia, con otras 18 personas en un bote hecho para que cupieran no más de siete (antes de continuar por tierra hasta llegar a Alemania). Es uno de los momentos más espeluznantes de la película. «La encontré sumamente realista», dice Mardini sobre la escena. «Y muy emotiva también». El motor se apagó a mitad de camino y las hermanas Mardini saltaron al mar para llevar el bote a un lugar seguro, luchando contra el viento y la marea alta durante tres horas. Según Mardini, en la película solo hay un aspecto diferente del viaje: en la vida real, las hermanas no tenían una cuerda atada a la cintura para evitar que se fueran a la deriva.

Milagrosamente, lograron llegar a Berlín, donde se convirtieron en refugiadas. Esa fue su salvación. Mientras estaban en el centro de refugiados, nadaban en una piscina pública de la ciudad cada vez que tenían la oportunidad. «Eso era lo único que me hacía sentir como si estuviera en casa otra vez», dice Mardini. Con la ayuda de su entrenador local, Sven Spannekrebs, Mardini se unió al equipo olímpico de natación de refugiados para los juegos de Río y Tokio. 

En la actualidad, Mardini sigue nadando mientras usa su plataforma para crear conciencia sobre la crisis de los refugiados; en 2017, se convirtió en la Embajadora de Buena Voluntad más joven de ACNUR. El viaje de su hermana ha sido menos sencillo. En 2018, Sara y otros voluntarios fueron arrestados en la isla griega de Lesbos por ayudar a los refugiados a realizar el mismo viaje peligroso a través del mar. Amnistía Internacional describe los cargos como «injustos y sin fundamento». No obstante, hasta el momento de cierre de esta edición, Sara sigue enfrentándose al juicio. «Para un refugiado que ya pasó por ese viaje, volver y trabajar como voluntario es un acto de gran valentía», dice Mardini. Ella espera que la película no solo genere conciencia sobre la situación de su hermana, sino que también cambie la percepción que el mundo tiene de los desplazados y aliente a las personas a tratarlos con mayor compasión. Porque «ser un refugiado no es algo malo, pero tampoco es algo en lo que eliges convertirte». 

Iana Murray es una periodista de cultura independiente escocesa-filipina radicada en Londres cuyo trabajo ha sido publicado en GQ, Vulture y W Magazine, entre otros.