Por qué Vivienne Westwood fue mucho más que un ícono de la moda

En el marco del lanzamiento de la Semana de la Moda de Londres, que comienza el próximo viernes (17 de febrero), Lynette Nylander de Dazed rinde homenaje a una de las artistas y diseñadoras más influyentes del Reino Unido.

Cuando era una joven e ingenua fanática de la moda en mi adolescencia, Vivienne Westwood era mi ídolo. De hecho, la primera ropa de diseñador que compré fue suya. Cuando falleció en diciembre de 2022 a los 81 años —y después de dejar de lado la tristeza y la nostalgia que me generó la noticia— comencé a reflexionar sobre su legado. Obviamente está su ropa; tacones de plataforma exagerados, jeans con entrepiernas distorsionadas, tweeds y cuadros escoceses en tonos brillantes y saturados (un guiño a sus raíces de clase trabajadora del norte de Inglaterra) y, por supuesto, sus característicos corsés (inspirados en su amor por la robusta prenda del siglo XVIII que permitía que las mujeres caminaran con la cabeza en alto y destacando el busto)... Pero fue su habilidad para entretejer las distintas subculturas, países y personas que le interesaban lo que resultó en uno de los catálogos de diseño más amplios y maravillosos que la moda jamás haya visto; un inventario de piezas que logró capturar el interés tanto de los fanáticos de Westwood como de los miembros de la Generación Z. Westwood habló de su vida, su trayectoria y su historia. 

Cuando se mudó a Londres y se integró al floreciente movimiento punk con su entonces socio Malcolm McLaren, puso en marcha una idea cataclísmica de lo que un vestido podía ser, lo que podía representar y a quién podría involucrar. Su tienda en 430 King’s Road celebró el concepto de la otredad y eliminó la rigidez del statu quo, aunque quizás no fue intencional por parte de una diseñadora que actuaba más en el momento que pensando en el futuro. Así, erigió el camino para que otros diseñadores pudieran aceptar sus propios mensajes y creer en el poder de la tribu. En resumen, quizás tú no seas del gusto de todos, pero eso no tiene nada de malo. 

Westwood también cuestionó lo que un diseñador puede celebrar mediante el uso de su plataforma. En los últimos años de su carrera, se volvió cada vez más franca y elocuente desde el punto de vista político y ambiental. Alentó el consumo consciente con su famosa frase «compra menos, elige bien, haz que dure», mucho antes de que la palabra sostenibilidad se convirtiera en parte del léxico público. Cuestionó las prácticas de fracking de los conglomerados de petróleo y gas, y apoyó la liberación del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, todo mientras estaba en la segunda mitad de su vida, resplandeciente con el mismo cabello, el mismo maquillaje y la misma actitud de los años 70. 

Ahora pienso en mi propia experiencia cuando era adolescente, ahorrando para comprar el bolso negro con el orbe de Vivienne Westwood bordado en el costado. Si bien no conocía toda su historia en ese momento, tal vez el punto de conexión con ella fue ver a una mujer diseñadora tan cómoda en su propia piel. Yo no era una rockera punk, pero sentía una afinidad con alguien que había elegido el camino menos transitado. A través de fragmentos de historia y una sagaz habilidad para crear narrativas por medio de su trabajo, me enseñó que todo estaba interconectado y que todas nuestras historias también podían ser incluidas. El diseño puede haber sido su medio, pero la libertad era su poder y, como activista, anarquista y feminista, eso durará para siempre.

Lynette Nylander nació en Londres pero vive en Nueva York. Es la directora editorial ejecutiva de Dazed y exeditora adjunta de las revistas i-D y Teen Vogue.