Las drogas no funcionan, ¿o sí? La solución poco ortodoxa de Zara Snapp al problema de las drogas en México

En mayo de 2022, el gobierno mexicano reconoció oficialmente a más de 100 000 desaparecidos, personas que se cree que fueron víctimas de la violencia relacionada con las drogas. Según Zara Snapp, esa cifra es, sin duda, una subestimación. «[Esta estadística] corresponde a los datos oficiales que están dispuestos a reconocer», dice Snapp irónicamente. Como líder mexico-estadounidense de la reforma de la política contra las drogas, su convicción inequívoca de que esta cifra es un enorme «error de conteo» es razonable. Es por eso que esta activista y crítica del enfoque del gobierno mexicano a la guerra contra las drogas («la guerra contra las drogas es una guerra contra las personas») ofrece una alternativa osada y algo controvertida para traer la paz a la región: legalizar todas las drogas.

Snapp, una estadounidense nacida en México, dice que su interés en la reforma de la política contra las drogas fue alimentada por su interés en... las drogas. Mientras recuerda sus años de juventud, la activista confiesa: «durante mi adolescencia experimenté con las drogas». Sin embargo, hubo un punto de inflexión. «Como una joven privilegiada blanca de 15 años creciendo en los EE. UU. y pasando mis veranos en México, vi a muchos amigos latinos, asiáticos y negros siendo detenidos y quedando atrapados en el sistema de justicia penal, mientras que a mí no me pasaba nada».

El regreso permanente de Snapp a México en 2006 coincidió con el inicio de la guerra contra las drogas. Los cambios eran evidentes: «De repente los militares estaban en las calles», dice. A ello siguió un aumento de la violencia, los asesinatos, la corrupción y los abusos contra los derechos humanos. «Desde la década de los 70, EE. UU. ha puesto el énfasis en la prohibición y la erradicación de los cultivos en México, argumentando que es responsabilidad de los países productores eliminar la oferta de drogas, incluso mientras la demanda sigue aumentando en EE. UU.», sostiene Snapp. La prohibición no estaba funcionando y Snapp cree que esto se debe a que la prohibición ignora los aspectos agradables del uso de sustancias. Según ella, esta es la misma razón por la que la educación sexual centrada en la abstinencia suele fracasar. «El sexo y las sustancias nos aportan placer y bienestar». Por lo tanto, como cofundadora del Instituto RIA en 2017 —una organización de la sociedad civil con sede en la Ciudad de México enfocada en la legalización y la regulación de las drogas— Snapp incorpora el principio del placer en su defensa. Una característica del trabajo de RIA, explica, «es reunirnos con las personas donde están y no tratar de cambiarlas. Nos enfocamos en cómo brindarles servicios y protección, pero también nuestro objetivo es ayudarlos a manejar el placer». Esto significa despenalizar las drogas y regularlas legalmente para su uso por adultos. «Esto es parte de un cambio de conciencia generacional más grande», afirma. «Las personas se preocupan por la ropa que usan, los alimentos que comen y también por las drogas que consumen».

Existe evidencia científica que sugiere que la despenalización reduce los daños sociales asociados con las drogas. Hablamos de los programas de intercambio de jeringas, las instalaciones de consumo supervisado de drogas y la terapia de sustitución de opioides, entre otros. Ahora RIA está ampliando los límites y mirando más allá de la despenalización. Aboga por regular la totalidad del mercado de drogas en México. Para Snapp, «es imperativo que los cultivadores indígenas y otros que ya están involucrados en el cultivo y la venta de drogas puedan obtener licencias y obtener seguridad financiera en el sistema». Esto aseguraría un comercio legal de drogas racialmente equitativo y socialmente justo. Reconociendo la naturaleza delicada y peligrosa de trabajar con carteles de la droga y cultivadores indígenas, RIA enfoca sus esfuerzos en un aspecto del sistema que sí puede cambiar: el gobierno mexicano.

Snapp aporta su amplia experiencia a este trabajo. Después de terminar su posgrado en Harvard, donde recibió la prestigiosa beca Truman, Snapp participó en un trabajo fundacional de gran importancia. Formó parte de la secretaría de la Comisión Global de Política de Drogas, con un enfoque en la estrategia latinoamericana. Allí, trabajó en conjunto con el exsecretario general de las Naciones Unidas Kofi Annan y los expresidentes de México, Colombia, Chile y Polonia, entre otros, para la elaboración de Asumiendo el control: caminos hacia políticas de drogas eficaces. En este informe se pedía que se modificara el fallido régimen internacional en materia de política de drogas. En última instancia, dice Snapp, «se trataba de romper el tabú en torno a las drogas».

Este estigma de abogar por mercados de drogas legalizados y regulados obstaculiza los esfuerzos de Snapp y su cofundador Jorge Herrera Valderrábano para conseguir financiación. Además, admitir el uso recreativo de drogas conlleva estereotipos negativos sobre su madurez y credibilidad. El enfoque de Snapp: consumir drogas con su propio suministro y adoptar este estigma como una estrategia para lograr el cambio. «Estoy saliendo del clóset y hablando abiertamente de mi propio consumo de drogas. Hay poder en la autenticidad», afirma. El abogado Andrés Aguinaco representó a Snapp en una demanda que impugnaba la constitucionalidad de la prohibición del cannabis en México. En 2018, México declaró la ley inconstitucional.

Sin embargo, el trabajo de RIA sigue siendo desalentador. La policía todavía acosa y extorsiona a los cultivadores y los consumidores de cannabis. Otras drogas siguen siendo prohibidas, alimentando la economía clandestina que empodera a los carteles. Pero Snapp —madre de dos hijos— dice que se inspira en las Madres de los Desaparecidos, que marchan cada Día de la Madre. «Son mi inspiración para seguir avanzando hacia adelante».

Jamie Brooks Robertson es un escritor, académico independiente y ensayista emergente radicado en Londres, especializado en temas de salud y cultura.