«El Reino Unido impondrá un sistema de tortura»: el defensor de los derechos humanos Behrouz Boochani advierte contra el plan para enviar solicitantes de asilo a Ruanda

Después de solicitar asilo en Australia, el autor Behrouz Boochani fue enviado al centro de detención de la isla de Manus en Papúa Nueva Guinea durante seis años. Ahora, en un artículo exclusivo para Service95 escrito desde su casa en Nueva Zelanda, nos explica por qué la política del gobierno del Reino Unido en Ruanda será una repetición de la tortura que él tuvo que soportar.

En 2013, mi vida como escritor y activista cultural en Irán se volvió insostenible. Mi trabajo me puso en la mira del gobierno y cuando los guardias arrestaron a algunos de mis colegas, supe que tenía que irme. Mi búsqueda de un lugar seguro no fue sencilla. Viajé a Indonesia pero, una vez allí, descubrí que la policía podía deportarme en cualquier momento y sin ninguna explicación. Así que viajé a Australia porque pensaba que allí estaría a salvo. En cambio, el país del que esperaba protección me deportó a una isla remota en el Océano Pacífico. Allí, bajo la política Operation Sovereign Borders de Australia, me convertí en un preso que estuvo detenido durante más de seis años y privado de los derechos humanos más básicos. Mucha gente no sabe que el reciente anuncio del gobierno del Reino Unido de transportar por la fuerza a los solicitantes de asilo a Ruanda se basa explícitamente en la política de refugiados de Australia. En la práctica, significa que las personas que buscan asilo en el Reino Unido podrían ser enviadas a más de 7000 kilómetros de distancia a Ruanda y alojadas en campamentos mientras se analizan sus solicitudes de asilo. Mientras tanto, se les animará a «reconstruir sus vidas» en un país autoritario con un pésimo historial de derechos humanos. Cuando Naciones Unidas concluyó en 2015 que la política de inmigración de Australia estaba «violando sistemáticamente la Convención internacional contra la tortura», el entonces primer ministro, Tony Abbott, reaccionó airadamente ante estos hallazgos. Siendo alguien que ha vivido como refugiado bajo la ley australiana, soy muy consciente de las terribles realidades de la política. Mi pesadilla comenzó cuando llegué a la Isla de Navidad en un bote con otros solicitantes de asilo. Allí todos fuimos arrestados y, después de unas pocas semanas, desterrados a prisiones de alta mar en la isla de Manus en Papúa Nueva Guinea y en Naurú. De hecho, el gobierno australiano nos tomó como rehenes y nos impidió solicitar asilo en otro país o trasladarnos a Australia, donde habíamos pedido asilo. Se nos violentaron nuestros derechos bajo la ley internacional y fuimos criminalizados mediante la política interior de Australia, que se extendió más allá de sus fronteras hasta Papúa Nueva Guinea y Naurú. Nunca recibimos una sentencia de un tribunal de justicia, ni ninguna indicación de cuánto tiempo estaríamos en prisión. Esperas que algo suceda, pero pasan los días, los meses, los años (para algunos incluso una década) y nada cambia. No es un sistema de detención, es una forma de tortura. La separación familiar es uno de los abusos más crueles de la detención indefinida. Un hombre puede estar detenido en la isla de Manus, y su pareja, su pariente y/o sus hijos detenidos en Naurú o en Australia. A menudo, los niños son separados de sus hermanos; un miembro de la familia puede ser trasladado a otra prisión u hospital de detención para recibir tratamiento médico y el resto de la familia se queda atrás. En otras ocasiones, las separaciones se reflejan en los efectos de por vida que quedan en los niños y en las tragedias de los padres que ven crecer a sus hijos en prisión. Las herramientas de tortura utilizadas para promulgar esta política son sistemáticas y diversas. Las agresiones sexuales en los campos penitenciarios, especialmente hacia niños, mujeres solteras y hombres jóvenes, abundan y se llevan a cabo con impunidad. Muchos de los que huyeron de sus países debido a casos de violencia extrema a manos del patriarcado ahora se encuentran atrapados en un país que, en lugar de protegerlos como debería, los encarcela dentro de un sistema que fomenta aún más violaciones. Entre las humillaciones diarias figuran la eliminación de todo poder personal, incluso sobre los aspectos más íntimos de la vida, la negligencia médica y la falta de alimentos e higiene. Solo en la isla de Manus y Naurú, 20 personas han muerto por agresión física, falta de tratamiento médico, suicidio y autolesiones provocados por el Estado, y muchas más siguen muriendo una vez que salen de las islas. Al final, me concedieron una visa temporal para Nueva Zelanda, donde pude obtener asilo. ¿Quién sabe qué destino les espera a las personas que son enviadas a Ruanda? Los políticos en el Reino Unido están tratando de manipular al público diciendo que se asegurarán de que no se violen los derechos humanos. Pero eso es falso. Transportarán a la fuerza a los refugiados a un lugar de muy difícil acceso para los medios de comunicación y las organizaciones de derechos humanos. Y así, al igual que Australia, el Reino Unido impondrá un sistema de tortura a las personas que ya están desplazadas. Durante años, muchos han advertido que, si el mundo permanece en silencio sobre lo que está haciendo Australia, otros países seguirán su ejemplo. Como alguien que vivió en carne propia ese sistema inhumano y ha escrito durante mucho tiempo sobre el tema, en mi opinión el gobierno del Reino Unido está creando una tragedia. Es una tragedia que manchará su historia para siempre. Behrouz Boochani es un periodista kurdo-iraní, defensor de los derechos humanos, escritor y productor de cine. Janet Galbraith editó este artículo y es la fundadora de Writing Through Fences, un proyecto en línea que colabora con artistas y escritores encarcelados en centros de detención de inmigrantes.