«Construyamos un mundo que nos incluya a todos a través de la accesibilidad» 

Vivo en un mundo que no está diseñado para mí.  

Siendo una persona con discapacidad física, gran parte de mi voluntad e independencia está limitada por el diseño de los lugares, los espacios y los productos. Esto se hace evidente cuando me acerco a una puerta automática y no se abre porque el sensor está configurado a una altura específica. O cuando trato de pedir un café y el mostrador está tan alto que el barista no me ve y atiende a la siguiente persona de la fila. Ninguna de estas dos situaciones es accesible para mí, pero tal vez en la primera el objetivo es garantizar la seguridad de los niños y en la segunda permitir que los baristas trabajen de pie cuando preparan el café. Sin embargo, ambos ejemplos sirven de recordatorio de que los lugares, espacios y productos se crean muchas veces a imagen y semejanza del diseñador, lo que significa que quien diseña hace suposiciones sobre quién usa su producto, quién vive en nuestro mundo y quién trabaja como barista.  

El desfase que hay entre mi entorno y yo no es un hecho aislado. Otros ejemplos incluyen un par de tijeras que solo pueden usar los diestros, o el hecho de que la temperatura estándar de una oficina se haya determinado en torno a la tasa metabólica en reposo de un hombre promedio. Tuvimos que esperar hasta 2019 para que las zapatillas de ballet vengan en tonos de piel negra y de raza mixta. En medio de una pandemia, las pruebas de antígenos o de flujo lateral son inaccesibles para las personas ciegas y las mascarillas siguen siendo una barrera para la comunidad de sordos.  

¿Cómo podemos cambiar todo esto? Construyamos un mundo que nos incluya a todos a través de la accesibilidad.  

Mi definición de accesibilidad es una práctica continua y en constante evolución que se logra a través de la participación intencional, significativa e intersectorial de personas que comparten una experiencia de exclusión. Creo que si diseñamos un mundo más accesible, construimos uno más equitativo también. Las soluciones accesibles no solo dan independencia a las personas con discapacidad, sino que mejoran enormemente las vidas de todos nosotros.  

Por ejemplo, ¿sabías que los mensajes de texto se diseñaron para la comunidad de sordos? El primer mensaje de texto se envió en 1992 y fue creado por Matti Makkonen como un método accesible para que las personas sordas se comunicaran entre sí y con las personas sin discapacidad. Hoy, la mensajería de texto es el servicio de datos más utilizado del mundo, con 22 mil millones de mensajes de texto enviados por día (estos datos ni siquiera incluyen las capacidades de mensajería de Snapchat, Instagram, WhatsApp y TikTok). 

Para mí, la innovación radica en los cimientos de las comunidades excluidas, ¿pero por dónde empezar? Mi propuesta es la siguiente: 

1. «Discapacidad» no es una mala palabra: utiliza el término «con discapacidad» y evita los eufemismos. 
2. Apoya a artistas y activistas con discapacidad, como: Christine Sun Kim, Rosie Jones, Chella Man, Éabha Wall y Dr Rosaleen McDonagh.  
3. No sabemos lo que no conocemos: en la escuela, en casa, en el cine, en una llamada por Zoom o en el trabajo, siempre pregúntate «¿esto es accesible?»  

Sinéad Burke es escritora, académica y activista de la discapacidad residente en Dublín. @tiltingthelens