Betty Gilpin se encuentra a sí misma, un capítulo a la vez
Si hay algo que le encanta a Betty Gilpin, son las metáforas. Tomemos, por ejemplo, un momento que describe en su nueva colección de ensayos, All The Women In My Brain: And Other Concerns, en el que la actriz —mejor conocida por su trabajo en Glow, la popular serie de Netflix que terminó demasiado pronto— describe a una de sus parejas sexuales como un «jabalí ciego bajo los efectos de la ketamina, al que le encantaba la cocaína en una habitación llena de ella».
«Pienso y hablo mucho en metáfora, para disgusto de mi esposo, mi terapeuta y las personas que amo que desean entenderme», dice por Zoom. «Sé que puedo sonar con rodeos y en un tono confuso, pero siempre me ha ayudado a hacer que las cosas tengan más sentido en mi cerebro. Pensar las cosas de una manera surrealista, mística y alegórica las hace más comprensibles para mí».
Esa forma de pensar está en línea con uno de los motivos principales por los que la adoran sus fanáticos: durante la última década, Gilpin se ha convertido en una de las intérpretes de mujeres complejas más fascinantes de la pantalla grande y chica. En Glow, la estresada ex estrella de telenovelas que interpreta se maquilla la cara, se alborota el cabello y se transforma en una copia sureña de Miss América cuando entra al cuadrilátero de lucha libre. Ahora, con All The Women In My Brain, Gilpin ofrece un vistazo de cómo lucha con los diversos personajes que viven dentro de ella: la Barbie arreglada y fanática de Instagram enfrentada a la hija de Salem, que es desordenada y salvaje. Desde el principio anuncia que esta no será la típica «autobiografía de un actor», pero el libro sí aborda de lleno la naturaleza filosófica de la actuación y lo que significa deslizarse dentro y fuera de distintas identidades como profesión. Gilpin se ha labrado una carrera que se adapta de manera única a su vida —una nerd amante de Shakespeare que puede jugar rudo y ser una mujer explosiva— pero en el camino ha sufrido las humillaciones de las oficinas de casting, cuyo objetivo es que las mujeres encajen en categorías fácilmente reconocibles.
Guiando a Gilpin a través de su viaje hay un grupo de «mujeres cerebro», una colección de personalidades, entre ellas Joni McLamb (la sensible) y Blanche VonFuckery (la serena y glamorosa). Estas figuras nacen de la suposición de Gilpin de que, si bien otras personas deben tener un fuerte sentido de sí mismas, ella está atrapada en un mundo en el que debe probar diferentes identidades. «Cuando no soy una de estas personalidades cíclicas, o un personaje en la historia de otra persona, ¿quién soy yo en el vacío?» explica. «¿Seré nadie? ¿Seré una colección de personas diferentes? Y luego desarrollé una carrera siendo una colección de personas diferentes».
Su próximo proyecto en pantalla es una adaptación de otro libro que analiza el desorden de la vida interior de las mujeres. En la próxima serie de Showtime basada en la obra íntima de literatura de no ficción Three Women de Lisa Taddeo, Gilpin interpreta a Lina, una mujer que fue violada en grupo en su adolescencia y que, posteriormente, comienza una aventura fuera de su matrimonio infeliz. Es una continuación de la autodeconstrucción que Gilpin hace en su propia escritura. Al igual que Lina, está dando rienda suelta a su «persona auténtica con identidad monstruosa de actriz de personajes». Es lo que ella llama la «personificación de Shirley Temple al estilo Mare Of Easttown», que interpreto como un rechazo deliberado de una personalidad brillante que agrada a la gente por algo más crudo y franco. Es una metáfora más que me pone a descifrar antes de despedirse.
Esther Zuckerman es una periodista de entretenimiento que ha escrito para publicaciones como Thrillist, Entertainment Weekly, Vanity Fair y Refinery29.
